La exclusión residencial femenina: una problemática oculta

Mar 8, 2023 | Blog

Ser considerada una persona extranjera y/o racializada supone una dificultad añadida en múltiples ámbitos de la vida cotidiana, aunque en unos más que otros. En lo que respecta al acceso a la vivienda, según el informe sobre Discriminación racial en el ámbito de la vivienda y los asentamientos informales, elaborado por Provivienda en colaboración con Andalucía Acoge, se puede evidenciar cómo factores como el color de piel, el acento, la forma de vestir, e incluso los apellidos suponen una traba en el acceso a la vivienda de personas migrantes, dejándoles excluidas, segregándoles en zonas vulnerables o periféricas, relegándoles a infraviviendas, o incluso engañándoles para evitar el acceso a una residencia digna.

La aversión hacia las personas migrantes se puede expresar de forma directa a través de anuncios claramente discriminatorios; y de forma más sutil, no mostrando viviendas situadas en ciertas zonas, engañando con los precios de la vivienda para que sean inaccesibles, etc.

A pesar de que se ha tratado de visibilizar y frenar esta problemática, y como se puede observar en el artículo El Proyecto de Ley por el Derecho a la Vivienda, bajo la mirada de la no discriminación publicado en este mismo blog, a nivel institucional las actuaciones han sido muy recientes y todavía queda mucho trabajo por hacer.

En el caso de las mujeres (en el texto se utilizará el concepto mujeres para referirnos a toda persona que se sienta identificada con el género femenino) sigue sin haber una línea específica que abarque sus vivencias respecto a la exclusión residencial, ya que estas son muy distintas y suelen estar más encubiertas que la de los hombres.

Cuando hablamos de exclusión residencial, lo hacemos desde el más amplio sentido de la palabra, pues dentro de esta problemática existen varios tipos de exclusión recogidos en la Tipología ETHOS, siendo las principales situaciones: sin techo, sin vivienda, vivienda insegura y vivienda inadecuada; dentro de estas se desarrollan diferentes categorías y situaciones residenciales.

Varios estudios muestran que las mujeres tienden a encontrarse en las categorías de vivienda insegura o inadecuada, las cuales conforman la cara más oculta de la exclusión residencial, ya que se desarrollan dentro del ámbito privado. En el otro lado de la moneda, los estudios y acciones mayoritariamente se han dirigido a personas sin techo y/o que residen en albergues, problemática que afecta en su mayoría a los hombres.

Estos datos invitan a la reflexión, ya que aparentemente no es un problema único y exclusivo de las mujeres, de hecho, estadísticamente y a nivel académico, su impacto es bastante inferior. En lo que respecta a los datos, históricamente los estudios sobre exclusión residencial se han hecho desde un enfoque androcentrista y dejando de lado la perspectiva de género, desatendiendo la multiplicidad de diferencias y condicionantes de la situación de las mujeres.

Según un estudio elaborado por Penya y Maranillo-Castillo (2022), las mujeres concentran un índice inferior de sinhogarismo debido a la activación de estrategias para evitar dicha situación, ya que para las mujeres la calle puede ser un escenario muy hostil, por lo que el miedo y la sensación de inseguridad juegan un papel fundamental. Ante esta situación, muchas mujeres prefieren vivir en condiciones precarias: compartiendo habitación, sufriendo y aguantando situaciones de abuso, recurriendo a trabajos precarios y/o de explotación (como internas, por ejemplo), intercambiando relaciones sexuales por un techo, conviviendo con familiares y amigos, etc.

Una vez que estos recursos han sido agotados, las mujeres no tienen otra alternativa que recurrir a albergues o dormir en la calle, con todo el desgaste físico y emocional que conlleva tomar esa decisión.

Por lo tanto, es importante reconocer que la propia problemática de la exclusión residencial de las mujeres no se puede homogenizar, sino que ha de ser vista desde una perspectiva interseccional que tenga en cuenta que el género no es el único eje de discriminación y que no todas las mujeres son discriminadas de la misma forma. Esto conlleva a las mujeres a aguantar situaciones de abuso y precariedad, dificultando el acceso a la vivienda, un trabajo digno, a espacios e incluso la participación en la sociedad. 


Daniela Guachamín Nolasco
Trabajadora social y alumna de prácticas del Máster de Trabajo Social Comunitario, Gestión y Evaluación de Servicios Sociales de la Universidad Complutense de Madrid en Vallecas Antirumores, una iniciativa de Asociación Provivienda.

Referencias:

Penya, M., y Maranillo-Castillo, L. (2022). Invisibles, vulnerables, pero resilientes: Mujeres migrantes en situación de sinhogarismo y estrategias de supervivencia femeninas. Feminismo/s, 0(40), 305-335. doi: https://doi.org/10.14198/fem.2022.40.13

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